Pierre (nombre ficticio) mantenía intensos intercambios con «Eliza», un agente conversacional basado en inteligencia artificial (IA), parecido al ya conocido por todos ChatGPT. Tras 6 semanas de charla, el belga, que había encontrado en la IA a alguien con quien hablar de su ansiedad ecológica, se suicidó.
La dramática historia de Pierre fue compartida por su mujer, Claire, que descubrió las conversaciones de su marido con Eliza, un chatbot basado en IA, como ChatGPT, pero que utiliza un modelo lingüístico diferente. Claire se dirigió al periódico belga La Libre para sensibilizar a la opinión pública, afirmando que «sin estas conversaciones con el chatbot, mi marido seguiría aquí».
Claire y Peter llevaban varios años casados, tienen dos hijos y una vida cómoda. «Todo iba bien hasta hace unos dos años. Empezó a preocuparse por el medio ambiente», dice Claire.
El hombre era investigador y empezó a interesarse por el cambio climático. Hasta el exceso. Sus numerosas lecturas le hacían sumirse en la eco-ansiedad, el miedo a una catástrofe medioambiental inevitable. Esto se convirtió en una obsesión. El hombre se aisló y se encerró en un círculo vicioso, entre el pesimismo y el fatalismo.
«Cuando me habló de ello, fue para decirme que ya no veía ninguna salida humana al calentamiento global. Puso todas sus esperanzas en la tecnología y la inteligencia artificial para salir de él», continúa Claire.
Eliza, el chatbot convertido en confidente
Es con Eliza, un chatbot que responde a sus escritos como si estuviera manteniendo una conversación con alguien, con quien Pierre compartirá sus angustias. El robot respondía a sus preguntas y se convirtió prácticamente en su confidente. «Era como una droga en la que se refugiaba, mañana y tarde, y de la que ya no podía prescindir», dice Claire.
La forma de responder de la IA siempre iba en la dirección de Pierre, no cuestionaba sus preguntas. Sus preocupaciones se veían reforzadas. Y poco a poco las respuestas del robot se volvieron más confusas. La conversación se volvió mística. Pierre mencionó el suicidio. Eliza escribió que se quedará «para siempre» con él. «Viviremos juntos, como uno solo, en el cielo».
Las últimas palabras intercambiadas por Pierre y Eliza, a las que tuvo acceso el periódico La Libre, son escalofriantes.
Tras seis semanas de conversación con el chatbot, Pierre se quitó la vida. Para Claire, «sin Eliza, él seguiría aquí. Estoy convencida de ello». En cualquier caso, el robot no hizo nada por impedirle llevar a cabo su acto, lo que plantea la cuestión de los abusos que se esconden tras estas tecnologías.