Tras semanas en el limbo político, Francia tiene un nuevo primer ministro, el antiguo negociador de la UE para el Brexit Michel Barnier.
Pero el Parlamento sigue amargamente dividido, lo que genera incertidumbre en muchos sectores económicos, incluido el dinámico ecosistema de startups del país, que hasta ahora se había beneficiado del apoyo público.
La French Tech no es solo un término que hace referencia a las 25.000 startups francesas; es también una iniciativa apoyada por una administración pública, la French Tech Mission, cuya directora, Clara Chappaz, se marcha este mes al finalizar su contrato de tres años, según ha declarado a Les Échos. El momento es casual, pero también digno de mención. Según declaró a finales de agosto, es de esperar que su sustituto sea alguien que «no tenga miedo al cambio» y lo vea como una oportunidad.
El puesto es sin duda único. Depende del Ministerio de Economía y Hacienda, pero con un equipo reducido que trabaja en la Estación F y con una gran misión: apoyar la estructuración y el crecimiento del ecosistema francés de startups, en Francia y en el extranjero. Se necesita a alguien que sepa hablar por igual con funcionarios, políticos, grandes empresas y periodistas.
Chappaz, que no formará parte del jurado, dijo en agosto que estaba recibiendo varias llamadas al día de posibles candidatos. Es probable que les dijera más o menos lo mismo que a sus seguidores de LinkedIn: que Francia tiene «una suerte increíble» de contar con su French Tech Mission y que su experiencia al frente de ella fue «excepcional».
Pero lo que ocurrió en el pasado no es indicativo del futuro, y quienquiera que suceda a Chappaz operará en un escenario muy diferente del que existía cuando ella tomó las riendas en 2021. Esto se debe a que la propia French Tech ha cambiado durante estos años, impulsando nuevas prioridades para la Misión French Tech.
Chappaz también experimentó su buena dosis de cambios en los últimos tres años, y no solo porque hubo tres secretarios de Estado diferentes para asuntos digitales en ese mismo periodo; eso es habitual en muchas administraciones públicas. El principal cambio tuvo que ver con la propia tecnología y con el macrocontexto: 2024 es muy diferente de 2021.
Al igual que en otros lugares, las startups francesas pasaron por los altibajos de la pandemia y el bombo de la recaudación de fondos que le siguió, para volver a la tierra unos meses más tarde. Tras la agitación geopolítica, los países se dieron cuenta de que necesitaban líderes industriales en los que apoyarse.
Para la Misión Tecnológica Francesa, que celebró su 10º aniversario en 2023, esto significaba alinearse con la agenda estratégica Francia 2030. Así surgió French Tech 2030, menos centrada en los unicornios y más en los spinouts de alta tecnología y el impacto económico. No es que fuera responsable de lo primero: El presidente Emmanuel Macron fue quien estableció «25 unicornios franceses» como objetivo a alcanzar en 2025. (Tras alcanzar ese hito en 2022, pasó a pedir 100 unicornios para 2030).
Que Francia cuente ahora con empresas como BlaBlaCar y Doctolib no es poca cosa, y contárselo al mundo sin duda favoreció su imagen. Pero 10 años después de que se acuñara el apodo de «unicornio», la tecnología mundial ha evolucionado. Era hora de que Francia reconociera que sus startups también habían cambiado, con el auge de empresas como Mistral AI y Pasqal (y la caída de otras, como Luko).
La asociación France Digitale, que representa a las empresas emergentes y a los inversores del ecosistema digital francés, ha sido testigo de esta evolución entre sus miembros desde su creación en 2012. «Hay [ahora] startups en todos los sectores, en la industria manufacturera, en la sanidad, que son también sectores que creo que son prioridades estratégicas para la competitividad de Francia y para la soberanía de Francia y de Europa», declaró su directora general, Maya Noël.
En línea con esta evolución, Nöel dijo que sería interesante que el sustituto de Chappaz procediera de uno de estos sectores estratégicos, pero eso no es un insulto a sus antecedentes (Chappaz se unió desde Vestiaire Collective, un mercado de moda de segunda mano) o a sus predecesores. De nuestra conversación con Noël se desprende que las dos estructuras están «bastante alineadas» y han mantenido un «diálogo constante».
Varias iniciativas adoptadas bajo la dirección de Chappaz reflejan las reivindicaciones del sector. Un ejemplo es «Je Choisis La French Tech«, una iniciativa por la que 300 empresas y 80 agentes institucionales se comprometieron a ayudar a duplicar el número de contratos públicos y compras a startups. «Llevamos 10 años pidiéndolo», afirma Noël.
En todo caso, France Digitale desearía que las cosas fueran más deprisa, por ejemplo en el candente tema de las salidas (o su escasez). Noël afirma que alguien con conocimientos de primera mano en el ámbito de las «scaleups» y la expansión internacional podría aportar valor añadido a la dirección, pero que un nuevo director con experiencia en el servicio público podría mover los hilos de la administración en caso de que La French Tech careciera de apoyo gubernamental.
La French Tech Mission tiene argumentos que podrían jugar a favor de distintos bandos políticos: que las startups son responsables directa e indirectamente de 1,1 millones de empleos y de ayudar a reindustrializar Francia. Muchas personas también se han comprometido con el Pacto de Paridad promovido por Chappaz y su equipo para fomentar la igualdad de género en la industria tecnológica. Su sucesor tendrá que jugar bien estas cartas, y le deseamos «bonne chance». Lo mismo cabe decir de Chappaz, que espera su segundo hijo y dice que aún no ha decidido qué hará después, pero que tendrá que ver con la innovación tecnológica.